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jueves, 3 de diciembre de 2009

LA PIRAMIDE DE MAIZ

La problemática económica generada por el desplome de las captadoras ilegales de dinero “Pirámides”, ha tocado familias de todas las clases sociales, convirtiéndose en la peor catástrofe económica de la historia reciente del país.
Marina Zapata de 46 años, madre cabeza de familia y empresaria informal desde hace 7 años. Posee un negocio de empanadas cerca a la iglesia Nuestra Señora del Carmen (Bello), con lo cual ha sostenido a su familia desde la muerte de su esposo Aldemar Suarez, aun en circunstancias por determinar por parte de la Fiscalía General de la Nación, encargada de esclarecer el caso de incursión militar en la comuna 13 de la ciudad de Medellín, donde residían anteriormente.
El afán por incrementar el dinero sin razón aparente, y el ideal de al fin encontrar ese golpe de suerte del que tanto se habla, motivo a Doña Marina a invertir un capital demasiado considerable según su posición económica, al inicio invirtió $ 2.500.000 luego de considerarlo con sus dos hijos Marcos y Sara a los cuales le expone todas las decisiones que se presta a tomar.
Luego de 3 meses de ver como se cumplían sus expectativas económicas con la rentabilidad y seriedad del negocio, decidió esta vez sin contar con el apoyo de sus hijos, realizar un préstamo en una entidad bancaria, por $ 4.000.000 los cuales se convertirían en 6 meses en $8.000.000 según Doña Marta “Gracias al poder de nuestro Señor Jesús”
El pasado 12 de noviembre cuando al encender las noticias matutinas, para escuchar su programa favorito “Como amaneció Medellín” comenzó su peor pesadilla, allí escucho el desplome de esta red de empresas dedicadas según el locutor a “Cosechar Ilusiones”, Doña Marta sufrió de constantes dolores de espalda, moler esa mañana se convirtió en una tarea mas difícil, fue la carga mas pesada que ha molido desde que comenzó a sostener a su familia con la tarea de hacer empanadas.
En las últimas semanas Doña Marta se ha acercado a las oficinas de la captadora de dinero en más de 12 oportunidades, en ninguna se ha encontrado con el gerente, el cual siempre estaba allí con una sonrisa recibiendo a sus clientes, ahora solo encuentra caras tristes, cabezas agachadas, cuerpos cansados, almas desesperadas y corazones rotos por esta triste situación que les cambio su vida.
Ahora que las ilusiones se esfumaron y que la multiplicación del dinero no continuo mas, Doña Marta se aferra a la única solución posible que le queda, levantarse mas temprano, moler mas maíz y pedirle a Dios que esta vez no multiplique el dinero, sino que multiplique los clientes que gustan de sus empanadas.

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